En España hay un millón doscientas mil personas con discapacidad auditiva. La mayor parte de ellos tienen más de 60 años. Parece que la pérdida lenta y progresiva de audición está unida a la edad. Estas son algunas causas que influyen en la pérdida de oído con los años.
Los audiólogos de Clínicas Efeta, una red de clínicas de salud auditiva desplegadas por la provincia de Córdoba, con más de 35 años de experiencia tratando problemas de oído, recomiendan que a partir de los 50 años nos hagamos test auditivos con regularidad, para detectar posibles problemas relacionados con la pérdida de audición.
Si nos damos cuenta, la mayoría de las personas mayores no oyen bien. Tenemos que repetirles las cosas o hablarles alto para que se enteren. A consecuencia de su sordera, tienden a gritar o a vocear para comunicarse con los demás. Algunos de ellos no habían presentado problemas auditivos graves hasta la vejez. Sin duda, hay una relación directa entre la pérdida de oído y el envejecimiento.
La revista Mediline Plus señala que gran parte de los problemas auditivos provienen de cambios internos que se producen dentro del oído. Muchos de estos cambios se ocasionan con la edad. En el oído interno tenemos unas diminutas células llamadas células pilosas, que recogen las ondas sonaras y las transforman en señales nerviosas que el cerebro interpreta como sonido.
Estas células no se regeneran. Por lo que una disminución de células pilosas implica una pérdida de capacidad auditiva. Esta es la razón principal por la que la pérdida de oído es irreversible. Solo se puede paliar colocando dispositivos en la oreja, que amplifican la señal acústica, como los audífonos.
En la pérdida de células pilosas influyen los cambios físicos que sufrimos a medida que envejecemos. De todos modos, estos son algunos factores que contribuyen a que la hipoacusia; es decir, la pérdida progresiva de audición, se desarrolle con mayor o menor intensidad:
Factores genéticos.
Si tenemos antecedentes familiares que se han quedado sordos, tenemos más posibilidades de perder audición en la vejez. Los genes heredados no solo influyen en algunos rasgos físicos, como el color de pelo, la estatura, los rasgos faciales; también determinan, en un alto grado, la forma en la que se van a comportar las células del cuerpo con los años.
Lo podemos ver en la alopecia. En una familia donde hay una importante propensión a la calvicie, las nuevas generaciones se verán afectadas por la pérdida de cabello, con una alta probabilidad.
En algunas enfermedades degenerativas como la hipoacusia, el condicionante genético es una predisposición. No es una condición taxativa. No porque nuestros antepasados fueran sordos, nosotros lo vayamos a ser irremediablemente. Si llevamos una vida tranquila, en la que no estamos sometidos a ruidos estridentes, ni tomamos sustancias que puedan tener efectos colaterales en la audición, podremos evitar el problema de la pérdida auditiva.
El factor genético es un elemento que nos avisa para que pongamos una especial atención en el tema. Es decir, hacernos reconocimientos de oído periódicos y atender a cualquier signo de alarma, por pequeño que nos parezca.
Exposición a ruidos fuertes.
La profesión que tenemos y el estilo de vida que llevamos influyen en la pérdida de oído. En este sentido, el portal News 24 hace una lista con las profesiones más propensas a la pérdida auditiva. Estas son algunos de estos trabajos:
- Personal de tierra de los aeropuertos. La gente que trabaja en las pistas de aterrizaje y despegue de los aviones están expuestos permanentemente a ruidos superiores a los 140 decibelios. Nos referimos desde el personal de mantenimiento de las pistas hasta los mozos que cargan las maletas en las bodegas de los aviones. Estas condiciones terminan dañando el oído de los trabajadores con el tiempo.
- Pilotos de carreras. Conducir un coche de Fórmula 1, por ejemplo, expone al conductor a un ruido permanente superior a los 135 dB el tiempo que dura la carrera y los entrenamientos. Existen protectores auditivos para los deportistas profesionales de carreras, tanto automovilistas, como motociclistas; sin embargo, esto no evita que las condiciones en las que compiten sean nocivas para el oído.
- Mineros. Los trabajadores de la minería utilizan maquinaria que supera los 130 dB: martillos percutores, uso de explosivos, etc. Si el minero, además, trabaja en una galería subterránea, se puede ver sometido a distintos niveles de presión que afectan al oído interno.
- Carpinteros. Los carpinteros emplean diferentes máquinas como pistolas neumáticas, sierras mecánicas, tornos eléctricos, taladradoras rotativas, que en funcionamiento pueden superar los 120 dB.
- Obreros de la construcción. Las obras son otro entorno de trabajo bastante ruidoso que daña la salud auditiva de los trabajadores. Solo por poner un ejemplo, un martillo neumático supera los 120 dB.
- Músicos. Un músico profesional, entre ensayos y conciertos, suele estar sometido a entornos de unos 115 dB. No estamos hablando de la música rock, que utiliza potentes equipos de sonido. El propio Beethoven se volvió sordo tras años de dirigir orquestas sinfónicas. A estas condiciones también están sometidos otros profesionales, que aunque no sean músicos, trabajan en espacios donde la música se oye muy fuerte. Estamos hablando de empleados de discotecas o de salas de conciertos.
- Personal de guardería. Aunque no lo parezca, los trabajadores de guardería también son un sector afectado por la pérdida auditiva. Ente los gritos de los niños, los llantos y los juegos se alcanzan escenarios sonoros superiores a los 85 dB.
- Personal de peluquerías. Según algunos otorrinos, el uso constante del secador de pelo es el principal factor de pérdida auditiva en esta profesión. Estamos hablando de una máquina que emite 85 dB cuando está en funcionamiento y se utiliza cerca del oído del trabajador.
Otros hábitos o aficiones que influyen en la pérdida de audición son por ejemplo la práctica de la caza. En cada disparo se emite un golpe 140 dB. Escuchar la música con cascos o auriculares con un volumen alto termina dañando el oído con el tiempo.
El tabaquismo.
Un estudio publicado en Japón en Nicotine & Tobacco Research señala que las personas que se encuentran expuestas al humo de tabaco durante más de 10 horas diarias presentan un 60% más de probabilidades de sufrir problemas auditivos. El tabaco, en lo que se refiere a daños auditivos, afecta tanto a fumadores activos como pasivos.
La Sociedad Norteamericana de lucha contra el cáncer advierte que el humo de tabaco produce 750.000 infecciones de oído medio al año solo en Estados Unidos. Esta misma asociación indica que el daño que el tabaco causa en el oído es acumulativo. Cuanto más tiempo esté una persona fumando, más aumenta el riesgo de pérdida auditiva.
Para empezar, según dicen los oftalmólogos, el humo del tabaco libera radicales libres que contribuyen a la destrucción de células pilosas. Al mismo tiempo, provoca que la persona se sienta más sensible a los ruidos fuertes. Lo que puede llevar a una pérdida auditiva inducida por el ruido.
La nicotina y el monóxido de carbono tensan los vasos sanguíneos del oído. Esto hace que las células reciban menos oxígeno, lo que acelera su deterioro.
La nicotina puede afectar a los neurotransmisores del nervio auditivo. Los que llevan la información desde el oído hasta el cerebro. Esta interferencia influye en que no se puedan detectar con precisión los sonidos modulares. Como son las palabras que escuchamos durante una conversación.
Por último, se sabe que el humo de tabaco obstruye la trompa de Eustaquio y el revestimiento del oído interno. Lo que puede provocar infecciones en el oído medio.
Enfermedades crónicas.
Algunas enfermedades crónicas pueden afectar a la salud auditiva y ocasionar una pérdida progresiva de audición. Es el caso de la diabetes, la cual provoca un daño progresivo a los vasos sanguíneos del cuerpo que pueden afectar a estructuras internas del oído, como el nervio auditivo, debido a una reducción del riego sanguíneo.
La diabetes puede causar una neuropatía; es decir, una excitación excesiva del sistema nervioso que puede ocasionar un daño en los nervios que comunican el oído con el cerebro. La diabetes también puede desencadenar procesos inflamatorios que afecten al oído interno, provocando la destrucción de células pilosas.
Otras enfermedades autoinmunes como la otosclerosis y la enfermedad de Ménière ocasionan daños en el oído que generan pérdida auditiva.
La otosclerosis provoca un crecimiento anormal del hueso del oído medio, lo que interfiere en la recepción de sonido.
La enfermedad de Ménière, por otro lado, genera una acumulación de líquido en el oído interno que produce zumbidos, vértigos e infecciones que tienden a destruir estructuras auditivas.
Otro aspecto a tener en cuenta si se sufre una enfermedad crónica es el consumo de ciertos medicamentos. Algunos de ellos producen efectos secundarios que dañan al oído. Es el cado de ciertos fármacos utilizados en la quimioterapia para tratar el cáncer o de algunos diuréticos y antibióticos que se usan para controlar la diabetes severa.
Si sufres alguna de estas enfermedades, visita a tu otorrino y asegúrate de que el tratamiento no afecta a tu salud auditiva.