Hoy, por fin, me he movido de casa, he tenido que visitar, obligado, casi arrastrado por un brazo, al dentista. ¿Puede alguna otra cosa provocar más miedo? A mí desde luego que no. El dentista me ha horrorizado desde niño, y con la edad ese miedo se ha ido transformando en un pavor irracional que me paraliza y no me deja pensar, por lo que antes de pedir la postergada cita, prefiero llegar a sufrir los dolores más insoportables.
Pero hoy mientras jugábamos a la “Play” no podía más, el dolor era verdaderamente horrible, tanto que dejé ganar al inútil (bromeo) de mi vecino. Vencido por todas partes, soló sentía unas ganas enormes de llorar, cosa que no hice. Mi vecino adivinó por el aspecto hinchado de mi cara, que la situación había llegado a su límite, así que telefoneó a su dentista y, literalmente, me arrastro hasta allí.
Al llegar a la consulta empecé a tranquilizarme. El trato humano, seguro y cercano por parte del equipo de la Clínica Dental Olivares , me relajó. Los profesionales realizaron su trabajo de manera rápida eficaz y finalmente regresé a mi casa sin dolor y muy contento al descubrir que una de las ventajas de la clínica es su atención al paciente a través de las redes sociales. ¿Os lo podéis creer? Me atienden desde casa y desde mi amado sofá…
TU DESPENSA, EL SECRETO DE UNA BUENA DENTADURA
Mi vecino, que después de todo no es tan inútil, tiene la suerte de contar con una buena dentadura, hecho que según él no es cuestión de suerte sino de higiene. Con higiene no sólo se refería, para mi sorpresa, a lavarse los dientes adecuadamente, usar seda dental o cepillos interproximales, sino que parece que esa higiene de la que habla mi vecino, tiene que ver con la alimentación.
Siempre me había preocupado mucho por mi higiene corporal, por lo que pensaba que mis problemas dentales se debían principalmente a la genética. Me equivocaba, el problema de mi mala dentadura se encontraba en mi despensa y en mi nevera. Al contrario que mi vecino, yo no cuido demasiado lo que como, es decir, no es que no coma bien, sino que no miro las etiquetas de los envases, ni me preocupa si el alimento es ecológico o no, ni si es transgénico, ni se me ocurre pensar jamás en la cantidad de azúcar que llevan los alimentos, sobre todo los alimentos procesados.
Pues bien, existen una serie de alimentos que no se deben consumir Alimentos Buenos y Malos Para Tus Dientes, o al menos se debe hacer un uso moderado de ellos, si uno pretende tener una boca sana:
En primer lugar están las “chuches”, las golosinas, las tartas y pasteles, la bollería, los caramelos. Están muy ricos, sí, pero limitar su consumo es fundamental para mantener la salud bucal.
Los refrescos carbonatados, como los de cola, por ejemplo, incluso aunque no contengan azúcar, ya que el mismo carbonato, además del fósforo que contienen, provocan daños en el esmalte dental
Los hidratos de carbono refinados, como por ejemplo, las patatas fritas, el pan, la pasta o las galletas.
Otro alimento que debe ser consumido de forma moderada son los zumos de frutas, que se deben sustituir por frutas frescas enteras, que contienen menos azúcar. Si se trata de cítricos, naranjas, limones, mandarinas, se recomienda limitar su consumo ya que, aunque su contenido en vitamina C es muy beneficioso para el organismo, puede erosionar la dentadura.
El vino y el café, debido a los ácidos que contienen, erosionan y dejan manchas en los dientes.
Otros alimentos, en cambio, son muy recomendables para mantener la salud de los dientes:
Las frutas y verduras frescas son muy saludables, sobre todo si contienen fibra.
El té verde y el té negro son dos alimentos igualmente beneficiosos para una buena dentadura, ya que impiden el desarrollo de bacterias y cuida las encías.
Mascar chicle sin azúcar también es muy sano para los dientes, ya que el xilitol que contienen combate la caries.
Y por último, pero no por ello menos importante, sino todo lo contrario, tenemos el agua, que favorece la eliminación del azúcar y del ácido de los dientes.