La adolescencia es una etapa de la vida complicada. Los jóvenes empiezan a conocer y abrirse a la vida, a enfrentarse a situaciones nuevas, desconocidas, incluso a veces se encuentran ante situaciones que pueden suponer para ellos un desafío personal como, por ejemplo, tener que enfrentarse a un examen crucial o una presentación importante, dificultades de integración en una nueva escuela, falta de amigos, dificultad de comunicación con los padres, rotura de una relación de noviazgo, etc. Estas situaciones afectan a su subconsciencia, la cual les crea una sensación de inseguridad, nerviosismo y una ansiedad constante que puede llegar a afectar de manera negativa toda su vida.
La ansiedad en un grado normal si se presenta de forma ocasional es necesaria y forma parte de la vida, pues tiene una función de supervivencia. Es una alarma que se activa cuando una persona percibe un peligro o una amenaza, ahora bien, cuando un adolescente experimenta un exceso de ansiedad puede presentar síntomas de nerviosismo, preocupación, miedo, pensamientos negativos de yo “no puedo”, aislamiento, rebeldía, agresividad… Los adolescentes con un alto nivel de ansiedad pueden ser incluso incapaces de desenvolver con normalidad su día a día y presentar ciertos problemas que deberá identificar y diagnosticar un especialista para así poder recibir el apoyo profesional y el tratamiento adecuado. Si esto le ocurre a vuestros jóvenes, nosotros os recomendamos que acudáis junto la psicóloga Maribel Paz, la cual tiene su clínica en Madrid, aunque para los foráneos, cuenta con consulta online y es que ella es experta en terapia para adolescentes y terapia infantil por lo que es conocedora de que las conductas y trastornos adquiridos durante la infancia o la adolescencia son difíciles de abordar por los padres, siendo de gran importancia identificar y abordar el problema lo antes posible.
Los síntomas del trastorno de ansiedad pueden presentarse de repente o ir aumentando poco a poco, ocasionando un gran impacto emocional en la vida diaria de las personas que lo sufren, en su bienestar personal y en su entorno familiar y social. Cuando se produce un ataque de ansiedad, las sensaciones suelen ser muy intensas. En ese momento el miedo se apodera de la mente y anula su capacidad para pensar, a la vez que incrementa la producción de adrenalina y otras sustancias químicas que preparan al cuerpo para escapar de un “peligro irreal”, con lo cual la respuesta sería escapar y en la mente solamente está presente el deseo de “huir”.
Los síntomas más comunes ante una situación de ansiedad son:
- Aceleración del ritmo cardíaco con palpitaciones, taquicardia, opresión en el pecho.
- Dificultad para respirar. Sensaciones de ahogo. Falta de aire. Respiración acelerada con hiperventilación.
- Sudoración, palmas de la mano que sudan.
- Tensión muscular con temblor en manos y piernas.
- Elevación de la tensión arterial.
- Malestar en el estómago. Nauseas. Sensación de “nudo” en el estómago. Molestias abdominales.
- Sensación de debilidad o cansancio.
- Mareos, sensación de inestabilidad, desmayo.
- Sensación de nerviosismo, agitación, tensión.
¿Qué hay que hacer para salir del estado de ansiedad?
Para salir de la ansiedad es fundamental la ayuda de un profesional que nos indicará como afrontar y encauzar esta situación, por ejemplo:
- intentando cambiar los pensamientos negativos, dejar de “rumiar” nuestros propios pensamientos, ya que pensar siempre en negativo produce una activación del sistema de alarmas de nuestro organismo. Una forma interesante de conseguirlo sería escribir en una hoja todo lo que nuestra mente nos dicte para posteriormente leerlos, al mismo tiempo sería interesante hacer una relación de todos los pensamientos positivos que se nos ocurran y leerlos, para que poco a nuestra mente se vaya activando hacia un modo de pensar en positivo.
- La exposición gradual a aquellos elementos que nos produzcan miedo, es decir ir afrontando de menor a mayor dentro de una escala de situaciones que nos producen ansiedad, para poder ir gradualmente superando los miedos, pues no se puede superar un miedo hasta que no nos enfrentemos a él.
- Practica la relajación del cuerpo y de la mente. Existen varias técnicas, la fundamental es la respiratoria, en la que al menos 10 minutos de respiración profunda al día ayudaran a generar un estado más relajado a lo largo del día.
- Practica la meditación. La práctica asidua de este arte milenario produce unas sensaciones de calma mental y relajación profunda que nos ayuda a mejorar considerablemente los estados de ansiedad, estrés y depresión. Se practica con el propósito de dejar la mente aislada y tranquila, interrumpiendo el autodiálogo o el “rumiar” de pensamientos para generar un estado de calma, serenidad y silencio, a la vez que desarrolla la capacidad de atención y tolerancia ante estados o planteamientos mentales.