Las barreras que persiguen a la discapacidad: “cuando sufres movilidad reducida te das cuenta de que el mundo no está preparado para ti”. ¿Verdad que te ocurre lo mismo? Eres uno más, no debes adaptarte. Debes vivir como los demás. La clave para lograrlo es la Accesibilidad Universal.
La movilidad reducida o discapacidad es una condición que presenta barreras físicas, pero también supone barreras sociales y emocionales casi insuperables. Estas barreras afectan a la calidad de vida de las personas que día a día conviven con la movilidad reducida. Muchas veces, se sienten como un obstáculo incapaz de participar de lleno en la sociedad, nos explican en Fins Ara, emprendimiento social que nació en 2019 en Barcelona con el afán de mejorar la vida a las personas mayores con movilidad reducida o con discapacidades físico-motoras.
Debemos tener siempre presente que la movilidad reducida no es la definición completa de una persona, es simplemente una parte de ella. Son personas que sienten como los demás y que tienen las mismas necesidades sociales y emocionales que el resto de la sociedad. Por eso, es fundamental brindarles las mismas oportunidades de participar de forma plena en la vida cotidiana. No deben adaptarse, deben vivir igual que los demás, porque son uno más.
Movilidad reducida, ¿a qué barreras sociales se enfrenta?
Las personas con movilidad reducida se enfrentan a muchas barreras, la más habitual es la falta de accesibilidad física en lugares públicos y privados. Como, por ejemplo, edificios sin rampas, ascensores, calles sin adecuada señalización y el transporte público inadecuado, todos ellos limitan la movilidad de las personas con discapacidad. Hay que enfatizar el concepto de inclusión, ¡es necesario! Se debe fomentar la accesibilidad para todas las personas, sin importar cuál sea su capacidad física.
Otra barrera social desafortunada e injusta es la discriminación y el prejucio que se enfrenta. Muchas personas con movilidad reducida sufren discriminación en el lugar de trabajo, en la atención médica y en la educación. Por desgracia, suelen ser percibidos como menos productivos e, incluso, menos capaces. Esto les conduce a la exclusión social y a la falta de oportunidades.
Movilidad reducida, ¿soledad y aislamiento?
Respecto a las barreras de las personas con movilidad reducida o discapacidad, muchas se sienten aisladas y solas. Por ello, debemos prestarles apoyo emocional y social para que logren superar esos sentimientos. Esta es una tarea y obligación social que nos incluye a todos. ¿Cómo podemos ayudar? Podemos participar en grupos de apoyo y en actividades sociales para que estos seres humanos se sientan conectados a otros seres humanos y se sientan menos aislados.
¿Con qué barreras arquitectónicas se encuentran las personas con discapacidad?
Entre todos debemos conseguir que cualquier persona use y disfrute de los lugares públicos de forma segura, cómoda y, sobre todo, con plena autonomía. Hay que ser justos y debemos decir que la accesibilidad ha mejorado en los últimos años, pero sigue suponiendo un reto a corto plazo.
Las personas con movilidad reducida suelen manejarse bien en su entorno privado porque disponen de medios técnicos que les permite tener una vida independiente. Pero…, ¿qué ocurre en el exterior, más allá de su mundo privado? Ocurre que la limitación existe cuando necesitan utilizar el servicio público no habilitado adecuadamente. Los ejemplos más habituales son: desniveles en las aceras, itinerarios peatonales estrechos, dispositivos demasiado altos para usuarios en silla de ruedas, como cajeros automáticos o mostradores de información, lugares públicos inadaptados, como piscinas o cines y viviendas no funcionales, como pasillos estrechos y pavimentos deslizantes.
¿Qué se puede hacer al respecto? Es crucial que se trabajen estos aspectos desde el comienzo, es decir, desde el nivel legislativo para que el concepto de accesibilidad quede bien presente.
¿Qué soluciones se plantean?
En España existen regulaciones estatales y autonómicas, en las que se especifica cómo deben de ser los espacios públicos y los privados para permitir que todos los usuarios accedan libremente a ellos. Estas regulaciones, decretos y leyes establecen unos criterios arquitectónicos que logran que estos espacios puedan ser utilizados por cualquier persona, como las personas con movilidad reducida.
En estas regulaciones se detallan de forma específica los tamaños, las distancias de seguridad, los símbolos, las ayudas físicas que necesita cada espacio. Pero tan importante como el diseño es la eliminación de riesgos, que debe considerar la señalización de los diferentes elementos estructurales, como esquinas y columnas. Otros aspectos fundamentales son: la señalización de escaleras, rampas y ascensores, la iluminación de vestíbulos y los símbolos de información en las vías públicas y en el transporte público.
¿Qué beneficios aporta la accesibilidad a las personas con movilidad reducida?
En España, en los últimos años, es tendencia hablar de “Accesibilidad Universal”. ¿Qué quiere decir esto? Afortunadamente, la accesibilidad ha evolucionado de un concepto parcial de eliminación de barreras, a un concepto global que piensa en personas y entornos como un todo. Esto abarca el medio físico, los transportes, la educación, la cultura, el ocio y la sociedad.
Definitivamente, la accesibilidad es un factor crucial para la inclusión social. Permite que todos los usuarios o personas seamos iguales, sea cual sea nuestra limitación. El beneficio de la accesibilidad es global, para toda la sociedad. Por ello, alzamos la voz para pedir que fomentemos todos juntos una sociedad equitativa donde las limitaciones sean una suma más a nuestras diferencias individuales.
Uno de los primeros pasos para facilitar la independencia de las personas con movilidad reducida es la concienciación. Y es que, debemos ser conscientes de lo que una escalera o bordillo inesperado supone para una persona con discapacidad. El mundo debe estar preparado para encontrar alternativas a las barreras arquitectónicas. Algunos ejemplos de instalaciones actuales para facilitar la accesibilidad a las personas con movilidad reducida son: las sillas salvaescalera, que son un sistema de elevación que se instala sin necesidad de hacer obra, y las plataformas salvaescaleras, que facilitan el desplazamiento vertical de personas en sillas de ruedas o con movilidad reducida.
Conclusión
Terminamos diciendo que la movilidad reducida no es una limitación en la vida de una persona, solo la debemos ver como una parte más de toda ella. Es fundamental reconocer las barreras sociales y emocionales a las que se presentan estas personas con discapacidad y trabajar juntos para superarlas entre todos. Dos aspectos para que todas las personas tengamos las mismas oportunidades de participar plenamente en la sociedad son: la inclusión y la accesibilidad. Las personas con movilidad reducida no son más o menos, son uno más. No deben adaptarse. Es la sociedad la que debe adaptarse para que todos vivamos sin limitaciones. Recuerda que esta labor de adaptación empieza por uno mismo.