La ansiedad, una de las enfermedades de nuestro tiempo.

Trastorno de ansiedad

Se calcula que entre un 15 y 25% de las bajas laborales se producen por problemas de salud mental. De ellos, los más habituales son el estrés, la ansiedad y la depresión. La ansiedad es la tercera causa de bajas prolongadas, por detrás del cáncer y de las enfermedades cardiacas. Un trastorno de ansiedad mal tratado puede desembocar en depresión y generar enfermedades físicas que a simple vista parecen no estar asociadas.

Aunque la salud mental sigue estando estigmatizada, lo cierto es que cada vez está generando una mayor preocupación social. Ahora la ansiedad se empieza a abordar desde diferentes enfoques complementarios. Raquel, terapeuta de Psicoarmonía Emocional, un gabinete que imparte terapias online para poder gestionar las emociones, señala como la neurociencia se está utilizando para controlar los efectos mentales de la ansiedad.

Por lo general, los trabajadores acuden al médico para tratar los trastornos de ansiedad cuando ya han petado. Cuando sufren con frecuencia ataques de pánico que les impide realizar sus actividades diarias. En ocasiones, ni tan siquiera vistan al doctor por motivos de salud mental. Se han dado casos de cómo un dolor persistente en la espalda o la tendencia a sufrir cólicos nefríticos recurrentes tenían su base en un trastorno de ansiedad generalizada.

El jugador de baloncesto Ricky Rubio dejó la NBA cuando estaba en la cima de su carrera a consecuencia de un trastorno de ansiedad que desembocó en depresión. Durante la temporada 2016 – 2017, su madre atravesó la etapa final de un cáncer de pulmón que le condujo a la muerte. A miles de kilómetros de distancia, el base español deseaba estar junto a la familia, pero sus compromisos profesionales se lo impedían. Aunque pudo despedirse de su madre y cuidarla durante algún tiempo, la impotencia de no estar donde deseaba estar le llegó a generar ataques de pánico que le hacían abandonar los entrenamientos. Eran ideas negativas que llegaban a su mente de manera inesperada y le generan reacciones que no podía controlar.

El caso de Ricky Rubio ha evidenciado una situación que es más habitual de lo que se piensa.

El trastorno de ansiedad generalizada.

La web de La Clínica Mayo señala que el trastorno de ansiedad es una enfermedad mental preocupante.

Hasta cierto punto es lógico que las personas atravesemos situaciones de ansiedad puntuales. Es una reacción de nuestro cuerpo ante un peligro inminente o ante una situación extraordinaria en nuestra vida. Es como el miedo escénico que experimentan los actores antes de subirse a un escenario. Les hace estar alerta.

Sin embargo, el trastorno de ansiedad como enfermedad es otra cosa. Se trata de pensamientos y sentimientos que hacen aparición de manera repentina y desencadenan una reacción de pánico difícil de controlar.

Con frecuencia, la reacción es excesiva en comparación con el peligro real que los motiva, y se prolonga en el tiempo.

Algunos trastornos de ansiedad vienen originados por fobias o por acontecimientos traumáticos; sin embargo, el trastorno de ansiedad generalizado, que según los psiquiatras ha experimentado un crecimiento en torno a un 30% en los últimos cinco años, genera una preocupación persistente y excesiva por actividades habituales, algunas de las cuales forman parte de nuestra rutina diaria.

Las causas del trastorno de ansiedad generalizada son varias, y en ocasiones pueden ser una combinación de determinados factores. Existen factores emocionales o del entorno, causas físicas y condicionantes genéticos.

Vivir bajo una situación de estrés prolongado o haber atravesado unas circunstancias personales complicadas que no pudimos resolver en su momento, pueden generar una ansiedad, que llega a manifestarse incluso meses o años después de haberse producido el suceso.

Muchas enfermedades físicas graves generan ansiedad. Una artrosis, por ejemplo, que limita a la persona para poder realizar actividades que antes efectuaba con normalidad, puede generarle una sensación de impotencia que le conduce a la ansiedad.

La aparición de cefaleas intensas y recurrentes ocasionadas por diferentes motivos es otro ejemplo de cómo los problemas físicos llevan al enfermo a experimentar un estado de desesperación que desemboca en un trastorno de ansiedad.

La ansiedad también tiene un condicionante genético. Las personas con parientes consanguíneos que hayan sufrido esta enfermedad tienen mayor posibilidad de padecerla que aquellos que no tengan antecedentes familiares.

La ansiedad, si no se aborda de forma consecuente, puede llegar a convertirse en crónica.

Los síntomas de la ansiedad.

La ansiedad produce síntomas físicos y mentales, llegando a representar un peligro de salud real en determinados momentos. Estos son los síntomas más habituales de este trastorno:

  1. Preocupación excesiva e incontrolable: La característica principal del T.A.G. (Trastorno de Ansiedad Generalizado) es la preocupación persistente y desproporcionada sobre diversas situaciones, incluso cuando no hay una razón clara para preocuparse.
  2. Inquietud y nerviosismo: Las personas con ansiedad suelen sentirse inquietas, tensas y nerviosas la mayor parte del tiempo sin motivo aparente.
  3. Fatiga: La ansiedad crónica agota emocional y físicamente, lo que genera en el individuo una sensación persistente de cansancio o fatiga.
  4. Dificultad para concentrarse: La ansiedad interfiere en la capacidad de concentración, lo que lleva a lapsos mentales y la dificultad para recordar cosas.
  5. Irritabilidad: Una persona con ansiedad puede volverse fácilmente irritable, especialmente, debido a la tensión constante a la que está sometido.
  6. Tensión muscular: La ansiedad crónica causa tensión muscular, lo que a menudo se traduce en rigidez, dolores de espalda, de cuello o de cabeza.
  7. Problemas para conciliar el sueño y mantenerlo: El trastorno de ansiedad puede interferir en el sueño, causando dificultades para lograr dormirse, así como despertares frecuentes durante la noche, sin poder obtener un sueño reparador.
  8. Palpitaciones, sudoración, temblores: Los ataques de pánico frecuentes en los trastornos de ansiedad vienen acompañados por síntomas físicos como palpitaciones del corazón, sudoración excesiva, temblores, dificultad para respirar, sensación de ahogo, etc.
  9. Problemas gastrointestinales: Está comprobado que la ansiedad afecta al aparato digestivo provocando síntomas como dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, náuseas o molestias estomacales.
  10. Preocupación excesiva por la salud, dinero, familia o trabajo: La preocupación crónica del T.A.G. puede centrarse en temas específicos como la salud propia o la de los seres queridos, problemas financieros, el rendimiento laboral, problemas familiares, etc.

Cómo tratarla.

El tratamiento del trastorno de ansiedad no es sencillo y lleva un tiempo regularizarla. Por lo general se suele llevar a cabo una combinación de varias acciones. Un tratamiento farmacológico, terapia psicológica y ejercicios que contribuyan a la relajación.

En cuanto al tratamiento farmacológico se suelen emplear antidepresivos y, en ocasiones, benzodiacepinas que tienen un efecto sedante para aliviar los síntomas de la ansiedad aguda. Respecto a los antidepresivos, los más habituales son el escitalopram (Lexapro), la duloxetina (Cymbalta), la venlafaxina (Effexor XR) y la paroxetina (Paxil, Pexeva). Debemos tener en cuenta que estos fármacos solo los puede recetar el psiquiatra que lleva el caso. El cual debe regular la dosis y las pautas para tomarlo. El efecto de estos medicamentos químicos no es inmediato. Suele tardar alrededor de 15 días. Hay un proceso de adaptación del cuerpo a estas sustancias, que habitualmente, no suele ser nada sencillo. Por eso es importante que la evolución del tratamiento esté supervisada por el facultativo.

Es recomendable acompañar el tratamiento farmacológico con una terapia cognitiva conductual. Se trata de una terapia psicológica, que se puede realizar individualmente o en grupo y que ayuda al enfermo a controlar sus pensamientos. Durante la terapia, el enfermo se hace consciente de sus pensamientos negativos y adquiere herramientas para hacer que le afecten lo menos posible. Debemos tener en cuento que no es una tarea sencilla. En los trastornos de ansiedad avanzados, las preocupaciones emergen de forma repentina y de una manera independiente de la voluntad del individuo, por lo que no son fáciles de controlar.

Por último, realizar actividades que ayuden al paciente a relajarse y alcanzar un estado de paz mental le puede ayudar a sobrellevar su enfermedad. Prácticas como la meditación, el mindfulness o el yoga suelen ser bastante efectivas como complemento en estos casos.

La ansiedad y los problemas físicos.

Hemos visto como las enfermedades físicas incapacitantes pueden ser una de las causas de la ansiedad. El blog editado en México por la empresa farmacéutica Bayer insiste en la relación directa entre la ansiedad y las dolencias gastrointestinales. Un trastorno de ansiedad prolongado puede generarnos gastritis o síndrome de intestino irritable.

El aparato digestivo está conectado con el sistema nervioso central. Por lo que un alto nivel de excitación nerviosa afecta directamente a la función estomacal. Hay una conexión directa entre nuestro cerebro, nuestros nervios y nuestro aparato digestivo. Tanto es así que el sistema nervioso parasimpático envía impulsos que hacen que se produzcan secreciones en el hígado, el páncreas y las glándulas salivares.

Cuando estamos ansiosos es normal que tengamos ardor de estómago, pinchazos y dolor abdominal. La ansiedad se transmite al aparato digestivo.

Pero hay más. Se sabe que el estrés y la ansiedad son una de las causas en la aparición de cálculos renales. La excesiva preocupación y los altos niveles de presión interfieren en el buen funcionamiento de los riñones.

No somos realmente conscientes de las repercusiones físicas que pueden llegar a tener los trastornos de ansiedad.

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