Educar a los hijos desde el sillón de casa

El sillón de casa es un comodín (en todos los sentidos) que puede transformase en muchas cosas: silla de oficina, diván de consulta, butaca de estadio,… Hoy, sobre todo a aquellos padres con hijos en edad de aprender a leer y a escribir, les hablaremos a propósito de cómo transformar el sillón de casa en silla de profesor. Editoriales como Ediciones Aljibe, con más de un cuarto de siglo de experiencia en la confección de textos pedagógicos –entre ellos numerosos libros de lectoescritura-, nos pueden ofrecer a través de internet el apoyo pedagógico natural necesario para que nos convirtamos en el apoyo perfecto para nuestros hijos durante sus primeros pasos en el mundo de las letras.

La lectoescritura es el proceso a través del cual los niños pequeños, por lo general en una edad comprendida entre los 3 y los 6 años, aprenden a leer y a escribir, ya que es a esa edad cuando poseen el grado suficiente de percepción visual y auditiva que les permita distinguir entre letras y sonidos semejantes, dominan con rigor la orientación espacial para poder emprender los trazos de las letras durante la escritura, unida a una motricidad coordinada entre el ojo y la mano y un lenguaje lo suficientemente amplio como para asentar un punto de partida inicial desde el que incrementar su relación con las palabras. Es decir, que adquieren la base de conocimientos esencial para, a partir de ahí, conquistar cualquier cosa que se propongan en la vida. Una etapa vital básica que acostumbra a desarrollarse, a partes iguales, en los centros de enseñanza y en casa. Los padres, como es natural, desempeñan un papel fundamental como apoyo y estímulo en la lectoescritura, siempre con la consciencia de las posibilidades y las capacidades del niño. A su ritmo, sin forzar ni relajarse, en un punto intermedio de exigencia y apoyo dentro de un clima afectivo, seguro y tranquilo que facilite la concentración en la tarea y el gusto por aprender a moverse dentro de un universo completamente nuevo y fascinante.

En este sentido, el juego puede suponer una actividad muy interesante en la estimulación en casa del aprendizaje de la lectoescritura. En primer lugar, todavía fuera de los libros y de los textos, se puede potenciar la discriminación auditiva por medio de juegos como el conteo de las palabras que contiene una frase o de las sílabas que contiene una palabra, discriminadas cada una de ellas con un sonido y haciendo hincapié en la medida de lo posible en algunos sonidos concretos, más dificultosos, que se quieran reforzar. Jugar a inventar historias o jugar al veo veo buscando objetos que comiencen por un determinado sonido, que hay que repetir, son otras de las múltiples opciones existentes, también a merced de la creatividad del padre y docente.

Un escalón más arriba, en el terreno de la escritura, no hay nada como alentar la redacción creativa de los chavales. Por un lado, se consigue que desarrollen cada vez con mayor seguridad y claridad los trazos que distinguen a las letras, mientras que, al mismo tiempo, se refuerzan los mecanismos de su imaginación y se amplifican sus horizontes artísticos. Y es que dejarles un texto o una ficha para que simplemente la copien es un trabajo que sirve para mejorar la ejecución del trazo y, acaso, interrelacionar habilidad lectora con escritura, pero poco más. En este caso, el dictado de la escritura debe hacerse mediante sonidos, y no individualizando la letra a escribir, puesto que la meta es que el niño sea consciente de la relación entre sonido y grafía.

Se puede iniciar esta actividad de escritura creativa promoviendo primero que los niños escriban textos concretos, destinados a una finalidad determinada, conocida y asumible por ellos: una postal de vacaciones a un amigo, una carta de recuerdo para los abuelos, una felicitación para el día de la madre, la lista de deseos para cuando sea mayor, etcétera. Una actividad compositiva en la que se ha de repasar una serie de pasos que guíen el esfuerzo del estudiante, como el objetivo de la escritura, a quién va dirigida, cómo va a organizar la lista de cosas que quiere expresar,… Una idea interesante es combinar lectura con escritura o audición con escritura. Esto es, que los jóvenes escritores deletreen las sílabas de aquello que escriben y refuercen así la relación entre sonidos y símbolos escritos.

En cuanto a la lectura, este tono de juego o de aventura, en el que la diversión prima sobre todas las cosas, es el más indicado. Convertir el libro en un juguete misterioso, lleno de secretos e incluso con una gota de transgresión, como que se atrevan a leer un poquito más una vez pasada la hora de acostarse. De todas maneras, destaca aquí en especial el ejemplo paterno: la existencia de libros en casa, y la imitación de los hábitos lectores de los padres es la mecha que enciende la voluntad y las ganas de leer.

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