Envejecer, como en casa en ningún sitio

“Como en casa no se está en ningún otro sitio”. ¿Quién no ha dicho estas palabras nada más pisar su casa tras un largo y ajetreado viaje? En este blog proponemos planes para disfrutar al máximo la experiencia del hogar. Pero qué mayor experiencia que la de envejecer en las mejores condiciones y hacerlo de la misma forma que lo habríamos hecho en nuestro sillón de toda la vida. Ese es uno de los pilares básicos del denominado envejecimiento activo, filosofía que consiste en no dejar que nuestro otoño signifique la reducción del ritmo de vida y la renuncia al aprendizaje y el juego. Los servicios geriátricos Acomodare basan toda su propuesta en esta idea. Porque tras un largo viaje lo mejor es sentirse como en casa.

La vida es, por supuesto, la más larga de las travesías. Sin embargo, la edad no limita, ni debería hacerlo, en ningún caso, la posibilidad de vivir una vida plena y en constante aprendizaje. Cada persona es un mundo en su totalidad. Un mundo cargado de necesidades, pero también una fuente inagotable de aprendizaje. Es cierto que, en ocasiones, la gente mayor parece relegada a un segundo plano en la sociedad. Como si por haber vivido ya mucho tiempo, no tuviesen nada que aportar a los demás, y como si, además, ya les quedase poco que disfrutar.

Sin embargo, y a pesar de lo extendida que pueda estar esta idea, la teoría del envejecimiento activo demuestra exactamente lo contrario. Cargada de sabiduría, la generación más longeva no tiene por qué limitarse sólo a ver cómo pasan los días y las noches y a dar pequeños consejos que, a buen seguro, cualquiera desoirá a las primeras de cambio. Nada de eso. Ese envejecimiento puede ir acompañado de nuevos aprendizajes e incluso, por qué no, de nuevas miras de futuro. Nuestros mayores necesitan algunas atenciones específicas a su edad, sí, pero eso no implica que por ello deban renunciar al abanico de comodidades y beneficios que disfruta el resto de la sociedad.

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Juegos de mesa, actividades en el exterior, el placer de sentarse a tomar el sol o a degustar una buena muestra de la gastronomía… Para nada son actividades excluyentes en función de la edad. Cada vez son más quienes toman conciencia de ello y buscan para sus mayores y para sí mismos las mejores atenciones posibles. Lejos quedó aquello de “abandonar” al abuelo en la residencia y hacer tabula rasa con todo lo referente a su comodidad más allá de la visita semanal de rigor. Los tiempos cambian y lo hacen para todos. Por esta razón, la comodidad y el confort han dejado de ser un lujo accesorio en lo referente a los centros y residencias de mayores.

Un buen ejemplo de ello podría ser la residencia geriátrica Acomodare, que para maximizar el bienestar de sus inquilinos ofrece diversas posibilidades en su catálogo de servicios. Tanto habitaciones individuales, para los más íntimos, como compartidas, para las personas que prefieren un rato de charla; todos los cuartos disponen de los sistemas más sofisticados de climatización, alarma y, en definitiva, todo lo relacionado con el confort. Así mismo, el trato y la relación entre los usuarios y el personal son estrechos y cercanos, siendo adaptadas las atenciones a las necesidades de cada uno de ellos para conseguir un beneficio completo y una calidad de vida que se acerque al nivel máximo posible.

Conscientes de lo importante que es el hogar en el desarrollo vital, estos servicios se adaptan al gusto personal de cada uno de los inquilinos, permitiendo que modifiquen a su antojo sus habitaciones. De esta manera, los usuarios viven sus días de la misma forma que lo habrían hecho de poder continuar sentados en ese sofá de toda la vida en el que tantas tardes pasaron y al que cogieron tanto cariño. Un sofá que representa el confort. Un hogar es algo más que las cuatro paredes que conforman una casa. Un hogar es aquel sitio en el que a uno le apetece estar: el lugar al que volver tras haber librado un largo y duro viaje. El lugar en el que descansar tras esa caminata.

Ya lo dice el perro de la cabecera de esta web: “como en casa en ningún sitio”. A lo que podemos concluir: “envejecer, como en casa en ningún sitio”.

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